Viene siendo habitual que, prácticamente en cualquier foro del sector al que asisto, la preocupación es la misma: las previsiones del mercado para 2014. Según voy comprobando, el sentir es parecido en todos ellos, que la economía seguirá deteriorándose en 2013 para repuntar ligeramente en el siguiente ejercicio.
Si queremos basarnos en un mejor análisis, debemos referirnos en primer lugar al entorno macroeconómico. En este sentido, puede decirse que la economía mundial depende fuertemente de la de EEUU, la mayor del mundo, y mucho más en lo que se refiere a nuestro sector. Eso explica que la Unión Europea haya permitido una fuerte apreciación del euro frente al dólar en los últimos años, aunque haya perjudicado sus exportaciones. Sin embargo, la economía americana no termina de repuntar, a pesar del empujón del incremento del gasto público, que por ejemplo este último mes de Febrero ha generado buenos resultados.
Por lo que toca a Europa, y siguiendo con la perspectiva de 2014, las noticias son mixtas. El consumo interno se va a estancar en los países centro-europeos y actualmente nos encontramos en el ciclo negativo de la inversión en bienes de equipo por lo que las economías más fuertes, como la alemana, sufrirán probablemente una ralentización en los próximos trimestres.
Y ya descendiendo al entorno español, es previsible una menor transigencia de la Unión Europea respecto a las desviaciones de déficit público, espoleada ahora con más fuerza por los problemas internos de los países más solventes de la eurozona. Por supuesto, la mutualización de la deuda -los llamados Eurobonos- está descartada y con ejemplos como el de Grecia o Portugal, más aún. Y como colofón, se espera un nuevo decreto Guindos -sería el tercero- para provisionar la deuda de la banca en forma de morosidad oculta por refinanciación de créditos dudosos. Es decir, lo que gustan de llamar en la city ‘delay and pray’ -retrasa y reza- o en España ‘patada a seguir’. Lógicamente es una bomba de relojería que se quiere desactivar y por consiguiente, 2014 no vaya a ser probablemente el año en que la banca española genere grandes beneficios ni el del incremento del flujo de crédito.
Con este panorama, lo que se pide al gobierno español desde Bruselas es lo mismo que se pide a otros gobiernos del Sur, una devaluación interna del 20% -a Francia se le pide el 10%-, que tendrá que hacerse vía salarios y precios, igual que se hizo en Alemania en los años noventa. La ventaja para España es que hay un amplio margen para la mejora de la productividad por lo que esto no causa especial inquietud a nadie, excepto a nuestros políticos, por supuesto, que destacan por sus afanes populistas.
Nuestro sector, tan sensible al tono económico general, ha conseguido ajustarse en los últimos años, en especial las consultoras, que han sufrido el mayor rigor de sus clientes respecto al precio, algo que han combatido con multitud de ERE. En cuanto a la venta de infraestructura, parece evidente que veremos una evolución, tanto tecnológica como en la forma de aportar valor a nuestros clientes. Parece una tendencia clara que el hardware se venderá bajo contrato con servicios incluidos, tales como la administración e incluso la explotación y la propiedad. Además, otra tendencia a la vista es que el dispositivo de acceso a la información dejará de ser progresivamente el clásico PC para ser el dispositivo móvil -portátil, tableta, teléfono o una mezcla de estos últimos, los phablet-. También hay nuevas tecnologías de gran interés, especialmente en el área de almacenamiento.
Así pues, lo que parece seguro es que nuestro mercado sufrirá cambios y que el entorno por sí mismo no permitirá que los márgenes crezcan en 2014. Pero quisiera terminar con un mensaje optimista y alentador. Las TIC siguen generando un enorme valor añadido para muchos clientes y ese valor, si logramos realizarlo y cuantificarlo, es plenamente justificable ante cualquier consejo. Las crisis lo que sí consiguen separar el grano de la paja.