En vista de la aceleración marcada por la convergencia de las tecnologías y cambios organizativos que conlleva, la transformación de las operaciones y la mejora de la productividad son algunas de las principales tendencias en el sector industrial. Así lo confirman los datos, ya que dos tercios de las empresas industriales aseguran que la reinvención de la cadena de valor de la producción es una de sus máximas prioridades. En la carrera para crear las “compañías del futuro” la cuarta revolución industrial está afectando directamente al ecosistema empresarial a través de las tecnologías que emergen alrededor de este cambio fundamental. Por poner un ejemplo, el internet de las cosas (IoT) tendrá un impacto en la fabricación de casi 4 billones de dólares para el año 2025.
Con el objetivo de analizar los retos del sector industrial ante la revolución tecnológica, Digital McKinsey, recogió las experiencias de más de 700 profesionales de todo el mundo en un estudio llamado “Fabricación Digital: superando la fase de pruebas piloto”. La conclusión es que el obstáculo principal al que se enfrentan las compañías es el de convertir los conocimientos estratégicos desarrollados en el programa piloto en un plan que se pueda ejecutar en toda la empresa de forma práctica y eficiente.
Internet de las cosas (IoT) tendrá un impacto en la fabricación de casi 4 billones de dólares para el año 2025
Para poder superar esta fase de pruebas piloto el estudio ha identificado tres grandes áreas que las empresas deberían gestionar para lograr la transformación de sus procesos: enfocarse en valor con visión y empuje estratégicos, así como capacitar y movilizar la propia organización.
Uno de los mayores retos consiste en una mejora sustancial de la productividad al implementar a escala las tecnologías y aprovechar las oportunidades que brinda la cuarta revolución industrial. Es fundamental crear una estrategia integral que parta de las ventajas competitivas y resultados finales, así como trazar una hoja de ruta que siga los objetivos marcados. Una vez se haya definido la estrategia de cambio, es el momento de centrarse en desarrollar una infraestructura tecnológica que sea efectiva e innovadora. En este sentido, otorgar relevancia a las Tecnologías de la Información (TI) a lo largo de toda la cadena de producción es uno de los pilares para que la compañía pueda integrar la digitalización; siempre contextualizado en la evolución y mejora de la propia organización.
Por supuesto, aunque la tecnología es la base para la adopción y alineamiento con la cuarta revolución industrial, la movilización del capital humano de la compañía tiene un impacto directo en el éxito de esa integración tecnológica. En este sentido, el 69% de los encuestados señala a las aptitudes y talento de los empleados como uno de los factores principales para ralentizar el cambio. Por ello, es importante que los directivos animen a sus equipos a participar en sesiones de formación para adquirir las habilidades necesarias que les permitan hacer frente a la implementación de los diferentes procesos transformativos. Así, las cualidades de la plantilla deben fomentarse en base a una combinación de formación interna, adquisición de nuevo talento y la colaboración con instituciones y proveedores de soluciones tecnológicas.
En definitiva, la clave para la lograr superar la fase de pruebas piloto pasa no solo por desarrollar la innovación y las tecnologías, sino por dar al negocio y su equipo humano un papel fundamental en el proceso. Solo de esta manera, las compañías podrán adoptar con éxito el nuevo paradigma que brinda la cuarta revolución industrial.