En IBM, tengo el privilegio de trabajar con colegas que han dedicado sus vidas y carreras al avance de la ciencia y a la creación de tecnología innovadora que pueda ser un motor de progreso. Desde el inicio de la pandemia del COVID-19 hemos estado trabajando estrechamente con los gobiernos de Estados Unidos y del resto del mundo. El objetivo es encontrar todas aquellas opciones disponibles que permitan utilizar nuestra tecnología y experiencia para ayudar a las organizaciones a resistir y adaptarse a las consecuencias de la pandemia y, al mismo tiempo, poder acelerar el proceso de descubrimiento y ayudar a que la comunidad científica y médica desarrolle tratamientos y, en última instancia, una cura.
Ahora, en colaboración con la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca, el Departamento de Energía de los Estados Unidos, y otras organizaciones, IBM está ayudando a lanzar el Consorcio de computación de alto rendimiento COVID19. Este consorcio aportará una cantidad de potencia de computación sin precedentes (16 sistemas con más de 330 petaflops, 775.000 núcleos de CPU y 34.000 GPU) para ayudar a que los investigadores de todo el mundo puedan comprender mejor el COVID-19, sus tratamientos y sus posibles curas.
¿Cómo pueden los superordenadores ayudarnos a luchar contra este virus?
Los sistemas de computación de alto rendimiento permiten a los investigadores realizar un gran número de cálculos en epidemiología, bioinformática y modelado molecular. Estos experimentos tardarían años en completarse si se hicieran manualmente, o meses si se hicieran en plataformas de computación más lentas y tradicionales.
El consorcio incluye a IBM, a los laboratorios Lawrence Livermore National (LLNL), Argonne National Lab (ANL), Oak Ridge National (ORNL), Sandia National (SNL) y Los Alamos National (LANL), a la Fundación Nacional de Ciencia, la NASA, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), el Instituto Politécnico Rensselaer (RPI), y diferentes compañías tecnológicas.
Reuniendo la capacidad de supercomputación bajo un consorcio, podemos ofrecer una extraordinaria potencia de supercomputación a los científicos, investigadores médicos y agencias gubernamentales para responder y frenar esta emergencia mundial. Un ejemplo de este potencial es Summit, de IBM, la supercomputadora más poderosa del mundo. Summit ya ha permitido que los investigadores del Laboratorio Nacional de Oak Ridge y de la Universidad de Tennessee puedan examinar 8.000 compuestos para encontrar aquellos que tienen más probabilidades de unirse a la principal proteína del coronavirus, y hacer que sea incapaz de infectar células huéspedes.
De este modo, pudieron detectar moléculas pequeñas de compuestos que ahora podrán ser analizados experimentalmente. Este es únicamente un ejemplo del poder que tiene la computación para acelerar el descubrimiento. Ahora es importante escalar este tipo de iniciativas y, por ello, IBM trabajará con nuestros socios del consorcio para evaluar las propuestas de investigadores de todo el mundo, y proporcionar acceso a esta capacidad de supercomputación a aquellos proyectos que puedan tener un impacto más inmediato. Estoy orgulloso de trabajar con mis colegas de IBM y de la comunidad científica para ayudar a poner en marcha esta iniciativa.
Lo que comenzó hace sólo unos días con una conversación con la Oficina de Política Científica y Tecnológica de la Casa Blanca se ha solidificado rápidamente en un esfuerzo sin precedentes que, realmente, puede marcar la diferencia. En un momento de incertidumbre, quiero ofrecer la siguiente promesa: IBM continuará explorando todas las opciones que estén a nuestro alcance que permitan utilizar nuestra tecnología y experiencia para impulsar un progreso significativo en esta lucha mundial.