Superando el último obstáculo tecnológico para alcanzar la equidad

Por Hans Roth, SVP and General Manager EMEA, Red Hat.

Publicado el 24 Mar 2022

Por Hans Roth, SVP and General Manager EMEA, Red Hat.

Cuando empecé mi carrera en el sector tecnológico (hace muchos años), la industria funcionaba como un club privado. La tecnología más innovadora estaba fuera del alcance de los presupuestos de la mayoría de las empresas. La transformación digital era un lujo que pocos podían permitirse. Solo aquellos que ganaban mucho dinero podían gastar en lo que representaba una ventaja competitiva y el éxito.

Desde entonces las cosas han cambiado significativamente. Hoy en día se puede acceder a la tecnología necesaria y escalarla con solo pulsar un botón, y a una fracción de coste.

La tecnología se ha democratizado. Todo el mundo puede utilizarla para ganar.

Pero no todos ganan. Un estudio realizado en 2020 por Boston Consulting Group reveló que un asombroso 70% de los proyectos de transformación digital no alcanzan sus objetivos.

La paradoja de la elección

Paradójicamente, una de las razones es el mayor acceso que tenemos a la tecnología. Con más opciones, nos enfrentamos al reto de elegir bien. Así que los compradores deben estar mejor formados. Esto podría ser desmesurado. Cada subsector del mercado tecnológico -desde la infraestructura en la nube hasta la ciberseguridad, pasando por el software de productividad o las aplicaciones de Big Data- está inundado de proveedores. Cada vez es más difícil diferenciar sus capacidades.

Poner los ojos más allá de la tecnología y adentrarse en el corazón de la cultura de un proveedor puede revelar lo que realmente puede marcar la diferencia. ¿Sus amables palabras de colaboración están respaldadas por sus acciones? ¿Viven sus valores en el día a día? ¿Están interesados en ser los primeros o en ser los mejores? Esta búsqueda de lo simbiótico -donde un proveedor solo gana cuando su cliente gana- es la última barrera que hay que superar para hacer que la tecnología funcione mejor para todos.

Esta es la guía que marcará mi camino mientras asumo el liderazgo de Red Hat en EMEA. La tecnología se ha convertido en un negocio de personas, por lo que la forma en que cuidamos a nuestra gente me importa más que cualquier otra cosa. Y por “personas” no me refiero sólo a nuestros empleados. Me refiero a todos los que participan en la comunidad de código abierto: nuestros clientes, nuestros partners y las legiones de desarrolladores. Como la mayor empresa de código abierto del mundo, el primer trabajo de Red Hat será siempre salvaguardar esta comunidad y facilitar el conocimiento, las herramientas y la seguridad para garantizar que siga floreciendo.

El que da, recibe

Para creer en el código abierto, hay que creer en el antiguo proverbio: “el que da, recibe”. Para tener las mejores ideas, damos la oportunidad de crecer a la diversidad de talentos y a las mentes heterogéneas. Eso significa que la recompensa se basa en el valor que se aporta y no en el género, color de piel u orientación sexual. Las ideas que triunfan no tienen nada que ver con la antigüedad de la persona que las dijo. Entendemos que el fracaso forma parte del proceso, al igual que el hecho de desechar los planes en los que se ha trabajado duro cuando los tiempos exigen un rumbo diferente. Sólo haciendo frente a la realidad se arreglan las cosas más rápidamente.

Para mí, es imposible aspirar a estos rasgos sin que los principios y prácticas del código abierto corran por el ADN de tu empresa. La alternativa sería crear valor blindando lo que se posee. Algunos proveedores han creado negocios muy exitosos haciendo precisamente eso. Pero en el proceso, están privando a sus clientes de opciones. Ese modelo de negocio está cada vez más desconectado con un mundo en el que la transformación ya no es un proyecto único con un fin determinado, sino que es la adaptación continua a nuevos comportamientos, innovaciones y oportunidades que surgen con una regularidad vertiginosa.

Mi nueva función no consiste en predecir el futuro. No lo necesito, porque el código abierto viene con agilidad incorporada. En cambio, se trata de garantizar que las empresas no sientan que le deben algo a sus proveedores ni a las tecnologías que usan, sino que sean capaces de tomar decisiones con total libertad.

El cambio no es un juego de azar

Sería imposible hacer el trabajo que tengo por delante -dar poder a las organizaciones para que se transformen- si yo mismo no amara el cambio.

Vivir en 20 ciudades diferentes en los últimos años (acabo de mudarme a Nueva York desde Múnich para asumir este nuevo cargo) pone a prueba el apetito por las cosas nuevas. Yo sigo tan hambriento como siempre.

Vivir en el extranjero es emocionante. A menudo pienso que instalarse en una nueva ciudad es similar a trabajar con un nuevo cliente o partner. Es muy probable que enseguida puedas orientarte con la ayuda de un mapa, pero empezarás a entender lo que realmente sucede cuando empieces a escuchar a los lugareños. Así es como se pasa de turista a ciudadano, y así es como se pasa de vendedor a partner estratégico. Lo primero suele llevar a desplegar la tecnología equivocada para la tarea equivocada. En cambio, lo segundo, deja muchas menos cosas al azar.

Hace unos años tuve la suerte de formar parte del equipo de Red Hat que trabajó con la Organización Mundial de la Salud (OMS) para crear una nueva plataforma educativa. El resultado final acaparó todos los titulares, pero precisamente en el trabajo que no se vio es dónde había una historia interesante que contar. A través de los Red Hat Open Innovation Labs pudimos llevar a la OMS al corazón de nuestro trabajo, y definir lo que queríamos lograr juntos, por qué y cómo íbamos a hacerlo. La tecnología vino después.

Ninguna transformación está garantizada, pero empezar por la tecnología es una buena manera de fracasar rápidamente. Por desgracia, el ritmo de la innovación y el miedo a quedarse atrás hacen que muchas organizaciones se sientan tentadas a hacerlo. Y hay proveedores que están encantados de dejarles cometer errores.

El que fue rebelde…

Empecé a trabajar en tecnología más o menos cuando se creó Red Hat. Por aquel entonces, Red Hat era el rebelde que revolucionaba los modelos de negocio establecidos y democratizaba la tecnología. Pero las rebeliones pueden ser fácilmente desbaratadas. Lo que nos ha impulsado hasta donde estamos hoy es la evidencia de que el código abierto funciona. Nuestra comunidad nunca debe cansarse de contar esa historia.

Las oportunidades actuales -la nube híbrida, la contenedorización, los microservicios- parecen un nuevo momento decisivo. El código abierto, en la definición más completa del término, está poniendo estas tecnologías a disposición de todo el mundo. Ha superado el último obstáculo para alcanzar la equidad tecnológica. El potencial para hacer cosas increíbles nunca ha sido tan grande. El entusiasmo es palpable.

Red Hat está en el centro de todo ello. Es un enorme privilegio liderar esta nueva era; reunir a nuestros rebeldes y reforzar los estándares profesionales que nuestros clientes esperan de nosotros. Estoy impaciente por ver lo que conseguirán con nuestro apoyo. Y estoy igualmente entusiasmado por ver a nuestra gente desarrollar su potencial. Porque eso es lo que significa formar parte de una comunidad.

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Redacción

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