Vivimos en un mundo cada vez más conectado, eso nadie lo pone en duda. Ese aumento de la conectividad ha hecho que aumentemos de manera exponencial nuestro uso —y con ello nuestra dependencia— de las herramientas digitales. Pocos sectores económicos se quedan al margen de esta tendencia, de la misma manera que pocos ámbitos de nuestra vida cotidiana se libran tampoco. Hoy en día, y especialmente a raíz de la digitalización forzada que la pandemia de Covid trajo consigo, son cada vez más las tareas del día que realizamos frente a una pantalla y conectados a internet. No solo nuestro trabajo, también nuestras gestiones personales, nuestro ocio, nuestro entretenimiento, nuestra comunicación con seres queridos, nuestras compras… ¡Incluso muchos de los sistemas que regulan nuestros locales y hogares empiezan a depender de la red! En resumen, internet sostiene gran parte de las actividades de nuestras vidas diarias y nuestros negocios.
Y lo más curioso de todo es que, durante mucho tiempo, hemos dado por sentado que esta herramienta estaría siempre allí, como un titán invencible e inquebrantable. Pero lo cierto es que la realidad ha probado ya en varias ocasiones que esto no tiene necesariamente por qué ser así. Ya ha habido varios grandes jugadores del mundo digital de la talla de Google o Tesla (por mencionar solo un par de los grandes conocidos) que han sufrido apagones que han afectado a millones de usuarios y causado desbarajustes y pérdidas difíciles de cuantificar en miles de empresas que dependían de sus servicios para sus actividades.
Por supuesto, esto, hasta el momento, han sido situaciones más o menos aisladas que esos grandes operadores tenían en su máximo interés evitar o solventar de la manera lo más inmediata posible. Y a pesar de su poder y sus medios, muchas veces no han logrado esos objetivos tan sencillamente. Esto lleva a cada vez más usuarios y empresas a plantearse el supuesto de una caída generalizada, no solo de este tipo de servicios, si no del conjunto de internet; una posibilidad, aunque remota, posible. Ante esta incógnita, algunas empresas han empezado a diseñar planes para actuar en caso de que se de este tipo de escenario, como nos muestra en este artículo ExpressVPN, pero lo cierto es que pocos están realmente preparados.
Por un lado, estaría la preparación relacionada con los cortes o apagones eléctricos que haría que fuera imposible utilizar los sistemas informáticos de los que dependen las actividades. Este tipo de incidencias han sido poco comunes en los últimos tiempos, por lo que muchas empresas no cuentan con planes de contingencia para hacer frente a estas situaciones. Hoy, habida cuenta de la situación energética que atraviesa nuestro continente, no es ya una situación tan descabellada. Esta situación, sin embargo, aunque podría requerir de una inversión importante, no sería tan complicada; requeriría de varios equipos de respaldo energético y protocolos de gestión de datos en caso de producirse el apagón.
¿Pero y si la caída afecta a internet? En ese caso la situación sería más complicada porque su solución ya no estaría en nuestras manos. En este caso lo único que se podría hacer es prevenir. Prevenir, por un lado, implicaría diversificar el uso de nuestros servicios web para que todo el peso de nuestras actividades no recaiga sobre un mismo servidor o grupo de servidores, porque en ese caso seremos más vulnerables a quedar paralizados en caso de que esos servidores caigan. Por otro, convendría poner en marcha una serie de pautas de actuación en caso de no poder depender de los sistemas informáticos. Hay sectores en los que esto será muy complicado, porque sus actividades se desarrollan precisamente en ese entorno. Sea cual fuere el caso, los apagones y caídas de internet son una situación sobre la que es necesario estar prevenido. ¿Lo estás tú?
