Replantearse las licencias de software

Serguei Beloussov, CEO de SWsoft

Publicado el 05 Ene 2007

El uso cada vez más frecuente de la virtualización ha traspasado las barreras entre los mundos físicos y virtuales, plan- teando una nueva cuestión para los consumidores y proveedores de software: el concepto de licencia, tal y como lo conocemos, está extinguiéndose, o ya lo ha hecho.

Plantéese cómo las licencias de software han funcionado tradicionalmente. Si se compra Windows, el usuario tiene el derecho de instalar y trabajar con el sistema operativo en un solo ordenador. Este modelo puso las cosas fáciles para estimar cuánto se podía llegar a cobrar en estos casos, de manera que los consumidores pudieran soportar la estructura de precios y los proveedores ir construyendo un sólido negocio en base a este modelo.

Pero, ¿qué ocurre cuando ese sencillo ordenador “físico” se divide en diez, o mejor, cientos de particiones? Estos ordenadores “virtuales” pueden crearse, destruirse y moverse entre los físicos en cuestión de segundos. ¿Qué es lo que ocurre cuando las aplicaciones funcionan sobre esas particiones virtuales? ¿Significa que los beneficios de los proveedores deben multiplicarse inmediata y proporcionalmente? Las cosas se complican entonces con mucha rapidez

El software de virtualización se basa en extraer los recursos de un ordenador físico para que puedan usarse en formas más eficientes. Esto resulta en un ahorro de costes de hardware, gestión y utilización. La concepción más extendida de la virtualización hoy asume la capacidad de poder funcionar con múltiples entornos ejecutables de alguna manera en una única parte del hardware.
Los clientes merecen más claridad en el tema de las licencias que rodean a la virtualización del sistema operativo. Este debería ser un tema más transparente a menos que los fabricantes de software decidieran de repente cobrar por cada entorno virtual. Si fuera así, estarían básicamente cobrando de nuevo por los mismos bits y bytes de software que ya habrían facturado.

Corren rumores en el sector de la posibilidad de que algunas grandes compañías de software puedan cambiar las reglas de consumo y comenzar a cobrar basándose en activos virtuales, en lugar de los físicos. Un sistema de licencias como este, iría en contra del consumidor, de los competidores y de la innovación y debería ser rechazado rotundamente por los usuarios.

¿Por qué tendrían que pagar varias veces por el mismo software? La virtualización no aumenta la capacidad de los servidores físicos y tampoco aumenta la velocidad de las aplicaciones. En caso de la virtualización a nivel de sistema operativo, ni siquiera produce copias del sistema operativo, y la misma copia de la aplicación software puede usarse en múltiples particiones. La virtualización del sistema operativo simplemente proporciona un aislamiento completo entre diferentes grupos de usuarios, archivos, aplicaciones y procesos y hace que se comporten como si estuvieran funcionando en sistemas operativos separados, cada uno con sus aplicaciones.

De hecho, la virtualización beneficia realmente a los proveedores de software porque permite el uso de diferentes escenarios y podría incrementar las ganancias por licencia al mismo tiempo que reduciría el coste por uso de los consumidores.

Por otro lado, si los proveedores tratan de establecer licencias para cada servidor, los usuarios podrían negarse a utilizarlos y buscar alternativas como Linux y otras opciones open source de menor coste y mayor flexibilidad en cuanto a las licencias de virtualización.

¿Hacia donde caminamos entonces? Los consumidores de tecnología necesitan saber que las reglas por las que pagan ahora no van a cambiar arbitrariamente por parte de los proveedores de software, especialmente sin comprender muy bien las implicaciones de este paradigma de cambios. Una manera de afrontar esto sería cobrar sólo por las “unidades” de uso, mesurables, que son relevantes para el software. Esto resolvería al mismo tiempo el gran reto de seguirle la pista al número de licencias vigentes en el mundo virtual.

Otra manera sería crear modelos de licencia completamente basados en los nuevos usos, donde los clientes pudieran escoger con total flexibilidad el mejor modelo para su entorno específico. (esto ya es común entre los productos de software de bases de datos, por ejemplo). Con cualquiera de los dos modelos, los fabricantes no deberían tener que multiplicar las tarifas de software de manera inmediata y podrían así considerar las consecuencias que tiene cualquier cambio que hacen a largo plazo. La buena noticia es que el cambio no se produce de la noche a la mañana, por lo que los fabricantes de software no se verán afectados dramática e inmediatamente, incluso si siguen aferrándose a las políticas de precios por unidad física.

Pero asegúrese de comprobar sus acuerdos de licencias y negociar bien con su proveedor para que no se incremente su precio cuando aumente su uso del producto. Recuerde que la costumbre de los proveedores de cambiar los precios para su beneficio continuará en el futuro.¿De verdad quiere seguir dependiendo de ello?

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Redacción Computing

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