Barcelona lleva acogiendo el MWC desde 2006. En la edición de aquel año se buscaban desesperadamente casos de uso que apuntalaran el 3G, y los dispositivos estrella llevaban la marca Nokia. Quince años más tarde, buscamos desesperadamente casos de uso para 5G, y parece que los móviles van a volver a adoptar un formato tipo concha, parecido al que triunfaba entonces… A veces tengo la impresión de que el evento mundial de la Movilidad no se ha movido demasiado en todo este tiempo.
A pesar de ello, no hay duda de que el Mobile ha logrado convertirse en el exponente perfecto de la globalización. Durante cuatro días al año reúne a más de 2.000 empresas, 3.000 periodistas y 100.000 visitantes llegados de todas partes. Durante cuatro días al año, el MWC es la fuente de información que abre informativos y protagoniza portadas en todo el mundo.
Durante este tiempo, el MWC se ha convertido también en un gran negocio, generando más de 10.000 puestos de trabajo y unos ingresos cercanos a los 500 millones de euros para Barcelona. Es también un altavoz con repercusión mundial para los líderes del sector y miembros de la GSMA, empresas cotizadas que, a veces, parece que están más interesadas en su valoración bursátil que en la explotación de sus redes.
Los logros alcanzados por el MWC son incuestionables, sin embargo, cabría preguntarse si sigue siendo el modelo de evento que necesita en estos momentos el sector de las telecomunicaciones
El MWC nació a finales del pasado siglo como respuesta a la necesidad de reforzar el estándar GSM. Pronto se unieron los fabricantes de dispositivos que incorporaban las tecnologías impulsadas por los operadores y los proveedores de redes. Parece que ello tiene su sentido, ya que durante muchos años los operadores h?an sido los clientes y distribuidores más importantes para las marcas de móviles.
Poco a poco se fueron sumando otras propuestas: Realidad Virtual, Realidad Aumentada, Inteligencia Artificial, Robótica, Drones… El MWC se ha ido abriendo a más tecnologías directa o indirectamente relacionadas con la movilidad y las comunicaciones. Quizá esta globalización de la oferta no resulta todo lo positiva que sería deseable, ya que, tal vez, algunos de sus participantes sienten que están en un evento cuyo posicionamiento no acaba de coincidir con sus intereses de negocio.
La anulación del MWC
Cuando se inició la crisis del Coronavirus, rápidamente comenzó a especularse con la posibilidad de suspender el evento. Hay que reconocer que vista la evolución de la epidemia fue la opción más acertada. Sin embargo, en aquellos días las autoridades sanitarias no veían un gran riesgo en seguir adelante con la celebración del Mobile y a pesar de ello, expositores clave del MWC tomaron rápidamente la decisión de no venir a Barcelona este año. Tras asumir el impacto de la decisión, algo me dice que su baja no les va a suponer un gran perjuicio en su cuenta de resultados.
No estoy seguro de que el planteamiento actual del MWC resulte el más idóneo en cuanto a rentabilidad y eficacia tanto para expositores como para visitantes. Hay compañías que acuden al Mobile solo por una cuestión de imagen. Hay otras, como los fabricantes de equipos de red, que ya mantienen un contacto diario con sus clientes, por lo que su presencia en este evento les aporta poco en términos de nuevos contactos y negocio. La mayor parte de esos más de 2.000 expositores, así como una gran parte de los visitantes profesionales, solo están interesados en atraer la atención de las 50 o cien empresas más grandes, que se ven avasalladas y sin capacidad de atender a todo el mundo. El MWC ya no es un único evento. Son tres o cuatro eventos diferentes que coinciden en el tiempo y en un mismo lugar…
Quizá, lo que el sector necesita ahora es promover nuevos casos de uso que sirvan para impulsar el avance de la movilidad en general y de tecnologías como 5G en particular
Quizá, lo que el sector necesita ahora es promover nuevos casos de uso que sirvan para impulsar el avance de la movilidad en general y de tecnologías como 5G en particular. Quizá, en estos momentos, el sector se está perdiendo propuestas que podrían aportar un valor real a operadores y fabricantes, y que ya están siendo desarrolladas por empresas pequeñas y desconocidas a las que les cuesta mucho llegar a los interlocutores apropiados debido al formato de esta feria. Uno de los objetivos del MWC debería ser, sin duda, facilitar el acceso a las empresas que aportan innovación.
En este punto, cabría plantearse si esta crisis puede suponer una oportunidad para repensar el MWC, convirtiéndolo en un evento más rentable, eficaz y accesible para todos aquellos que tengan algo que aportar al sector de las telecomunicaciones.