5G y economía: una oportunidad para España

Por Federico Ruiz, Responsable del Observatorio Nacional 5G.

Publicado el 04 Mar 2021

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El año 2020 ha sido el año de partida de 5G en nuestro país. Un año fructífero y de consolidación, pero marcado por la crisis de la Covid-19, que nos deja un bagaje trágico, muchas preguntas y algunas respuestas sobre cómo tenemos que comportarnos en un futuro. Las medidas de contención que hemos asumido han sido duras y han amenazado nuestro desarrollo más inmediato. No obstante, tenemos la oportunidad de trabajar para minimizar su impacto y que sus secuelas desaparezcan cuanto antes. La pandemia ha cambiado nuestra percepción de la tecnología, de su papel en la sociedad y también sobre la evolución y las oportunidades que representa el ecosistema 5G.

España es, sin duda alguna, uno de los países a tener en cuenta en el desarrollo y el despliegue de la tecnología 5G. El anuncio de los operadores de empezar a ofrecer cobertura 5G no hace más que consolidar el mensaje positivo y de futuro. Los operadores dan este paso clave porque las bases del sistema son sólidas: disponen de un espectro de 3,5 GHz y pronto en 700 MHz, que ofrecen una combinación adecuada de ancho de banda y alcance. Este proceso, además, coincide en el tiempo con la disponibilidad de la primera generación de smartphones 5G por parte de la práctica totalidad de los fabricantes.

España es un referente en el desarrollo de proyectos piloto de este ámbito a nivel europeo, claves en la exploración de los casos de uso de 5G y la detección de posibilidades económicas. Este liderazgo está siendo posible gracias al esfuerzo combinado del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, a través de Red.es y de la Secretaría de Estado de Telecomunicaciones, del sector privado y de las comunidades autónomas.

El anuncio de los operadores de empezar a ofrecer cobertura 5G no hace más que consolidar el mensaje positivo y de futuro

También podemos estar orgullosos de la riqueza de nuestro tejido de I+D, que sitúa a España como el segundo país con más proyectos de la iniciativa 5GPPP de Europa. Esto no es ni mucho menos anecdótico, sino que significa una ventana abierta a las futuras aplicaciones y le otorga músculo al país para seguir captando inversión. Es el momento de apoyarnos en estas importantes ventajas y hacerlas fructificar para lograr el retorno económico necesario. Por otro lado, cabe destacar que la tecnología 5G nace con la vocación clara de sobrepasar el ámbito de la conectividad personal y de convertirse en una tecnología habilitadora para todos los sectores. Debemos abandonar la idea de que el desarrollo del 5G atañe únicamente al sector de las telecomunicaciones.

En torno al smartphone, que ha evolucionado hasta ser una potente herramienta de transformación digital, florecen nuevos servicios y aplicaciones de la tecnología que impactan en todos los sectores de manera transversal. La industria del móvil es el gran motor del mercado tecnológico mundial. En 2019 se vendieron 1.412 millones de smartphones, según un informe de Strategy Analytics. Las economías de escala del sector móvil pueden transformar industrias enteras que hasta ahora usaban tecnologías propietarias.

Despliegue y aplicaciones

El impacto económico de la tecnología 5G en los verticales es mucho más amplio, rico y complejo de lo que puede parecer. Por ejemplo, la aplicación de la tecnología en la industria será clave para alcanzar los niveles de eficiencia necesarios para competir en el mercado del futuro. La palabra clave es flexibilidad de la fabricación, rapidez para adaptarnos rápidamente a la demanda y virtualización del control. En el caso de la tecnología agrícola vemos cómo la mayor densidad de dispositivos, el abaratamiento de la conectividad y la mayor duración de las baterías abren la puerta a la sensorización del campo.

Otro claro ejemplo es el caso de los drones con 5G. Por una parte, tenemos el efecto indirecto del uso de la tecnología derivado, por ejemplo, del incremento de productividad y del ahorro de recursos. Un dron 5G podría no depender obligatoriamente de un operador humano, ni estar limitado por el alcance de la vista o de un radioenlace, podría cubrir una mayor extensión de terreno, ser más autónomo y estar en el aire más tiempo. Su uso permitiría mejoras en servicios de búsqueda y rescate, entregas o cobertura de retransmisiones deportivas y otorgaría a las empresas una ventaja competitiva. Nuestra sociedad debe prepararse para este efecto disruptor a la vez que aprovecha las oportunidades económicas de 5G.

Por otra parte, existe el efecto directo que se basa en la posibilidad de elaborar planes de negocio, servicios y productos que no serían posibles sin 5G. La incorporación del 5G podría propiciar que en tres años los drones no se parezcan mucho a los actuales e incorporen pilotos automáticos dotados de inteligencia artificial y gocen de una autonomía y de unas características de vuelo radicalmente distintas. Con cada generación de tecnología móvil se vuelven a barajar las cartas y se produce un reajuste del dominio tecnológico mundial.

Cuando ofrecemos nuevos productos y servicios nos estamos sumando a la cadena de suministro 5G, prolongándola hasta el usuario final y obteniendo acceso a un mercado estandarizado y mundial. Nos beneficiamos por lo tanto de las economías de escala asociadas y del esfuerzo de I+D combinado de miles de empresas y centros públicos.

Sin embargo, desarrollar todas las capacidades del estándar sigue siendo un desafío considerable: lograr asegurar anchos de banda con latencias del orden del milisegundo y altísima fiabilidad nos podría llevar años. En esta dificultad reside la oportunidad económica de la tecnología 5G y el potencial de creación de empleo de calidad y bien remunerado. 5G no llega solo, su despliegue coincide con la madurez tecnológica y aplicativa de la inteligencia artificial, el Internet de las Cosas y los avances en blockchain. La combinación de todas estas tecnologías será lo que desencadene un tsunami de innovación que pueda traducirse en un impacto real en una nuestra economía.

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Redacción

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