Incluso para los entornos corporativos, todo aquello que sonaba a consumo y multimedia resultaba casi grosero, frente a la respetabilidad de las hojas de cálculo y las aplicaciones de productividad.
Lo mismo ocurrió con las redes sociales, que en sus primeros estertores suponían una amenaza para las compañías por su componente de dispersión y baja en la productividad. Pero hete aquí que las reglas del juego han cambiado. Productos como iPhone o el iPad marcan el ritmo a seguir en muchos ámbitos corporativos pese a ser concebidos para satisfacer las necesidades de usuarios particulares. El mismo Steve Jobs ha mostrado su desprecio por el mercado de la empresa a favor de los consumidores de a pie.
Sin embargo, las compañías de software se están volcando con aplicaciones para los dispositivos de Apple, entregándose de antemano a su modelo tecnológico, para envidia de otras firmas de referencia como Microsoft o Google. Podríamos citar ejemplos como el de Alcatel Lucent, Microstrategy o Sophos con soluciones de comunicaciones unificadas para la pyme, inteligencia de negocio o seguridad, arespectivamente.
Las fronteras entre la tecnología profesional y personal se han difuminado, de la misma manera que se funde nuestra vida cotidiana y la laboral. Además, los usuarios están acostumbrados a utilizar mejor tecnología en sus hogares que en sus oficinas, utilizan mayor resolución y memoria de disco, pantallas más grandes. La tecnología no es tan cara para que las empresas puedan ofrecer a sus empleados las mejores herramientas que, sin duda redundarán, en una mayor productividad.