Ya han transcurrido dos meses desde que Ametic renovara su junta directiva poniendo punto y final a la presidencia de Jesús Banegas, un directivo que estuvo cerca de 20 años al frente de patronales tecnológicas y electrónicas del país: Aniel, Sedisi, Aetic y Ametic; y tras este largo periodo ha encontrado una salida profesional en la nueva sociedad CEOE Internacional. Han sido demasiados años los que este dirigente ha permanecido comandando el destino de las Tecnologías de la Información porque, aun reconociendo su labor e implicación en los diferentes proyectos, hay muchos ejemplos que ilustran cómo el poder deteriora y aminora la efectividad de las acciones a desempeñar. Un cargo de estas características debería ejercerse durante un plazo limitado para desembocar en un proceso de renovación que afectara tanto a la presidencia como a los cargos afines. Y digo esto sin entrar a analizar las medidas adoptadas hasta la fecha en esos cerca de cuatro lustros. Simplemente, por sentido común.
El tiempo desgasta y los entresijos de Ametic se han visto afectados por ello. Solo recordar el ejemplo de la fusión que se produjo en 2010 entre Aetic y Asimelec y las continuas hostilidades que tuvieron lugar por el control de poder, donde prevalecían los intereses particulares a los generales.
Más tarde que temprano algunos miembros de la asociación decidieron actuar para intentar encauzar sus objetivos primitivos y modificar algunas de sus directrices. El reto que se plantean ahora no es sencillo, al menos a corto plazo y a pesar de la llegada de José Manuel de Riva a la presidencia, teniendo además en cuenta que las arcas de Ametic no pasan por su mejor momento con números más que preocupantes. El nuevo órgano directivo debe aprender de los errores y no quedarse atrapado en el pasado como viejo dinosaurio, y ser más activo en sus actuaciones y más cercano a todo tipo de empresas y organizaciones ligadas de un modo u otro al sector tecnológico, y no sólo a aquellas de renombre que están en mente de todos.
Ametic representa a más de 5.000 empresas, a más de 350.000 empleados y a una actividad económica que supone el 7% del PIB nacional. Su responsabilidad debe estar en consonancia con estos números y no limitarse a labores que se queden en lo trivial.