La banca ya no es lo que era. Todavía, aunque tengo que reconocer que, sin ninguna nostalgia, recuerdo aquellos años en los que acudir a una oficina bancaria suponía echar por tierra parte de la mañana, con mirada impasible y paciente ante esas largas colas a las que me tenía que enfrentar para realizar cualquier trámite que me permitiera actualizar mis operaciones financieras. Pero apareció el cajero automático, que suponía para los más avezados todo un avance tecnológico, al fin y al cabo, hacía posible actualizar mi cartilla mientras escuchaba el rutinario runrún de la máquina al imprimir cada una de las páginas. Esos recuerdos del pasado me llevan también a ese cajón olvidado para poder ver esa chequera oxidada por el tiempo sin saber la utilidad que darle.
Las entidades bancarias proliferaban por cada esquina del barrio, las redes de sucursales enarbolaban sus tentáculos para engullir a todo tipo de clientes. Era una época en la que asistíamos a ese boom irrefrenable de un sector con visos de éxito perpetuo. Quizás esa confianza fue el lastre que provocó la crisis bancaria de 2007, que afectó de manera especial a las Cajas de Ahorro. También quizás fue un punto de inflexión para poner, esta vez de verdad, al cliente en el centro de sus operaciones, pero no solo para exigirle, sino para ofrecerle productos de valor.
La transformación de la banca nos ha hecho mirar hacia delante al suponer una completa mutación, tanto física como digital; si acaso, son los clientes más longevos los pocos que siguen traspasando las puertas de esas sucursales ancestrales. Las nuevas generaciones no mantienen esos recuerdos rancios y es Google quien las tiene que guiar para ubicar su oficina más cercana.
La biometría y los pagos NFC se posicionan como las tecnologías favoritas para la banca en su objetivo de ser móvil
Esta evolución que parece repentina ha ido calando gota a gota. Los usuarios no hemos reparado en que la banca ha experimentado una evolución silenciosa hasta desembocar en su digitalización. Si el PC y el smartphone son sus mejores aliados como puerta de entrada, la biometría y los pagos NFC se posicionan como las tecnologías favoritas para la banca en su objetivo de ser móvil. ¿El futuro?, puede quedar en manos de las fintech al edulcorar con tecnología el mundo de las finanzas, con el usuario como gran beneficiado: una banca móvil y digital arrastrará, sin duda, a un usuario igualmente móvil y digital.