La creciente falta de perfiles y competencias digitales en España genera importantes pérdidas de actividad en el sector TIC. Solo en el ámbito de los servicios digitales, hay una fuga de actividad cercana a los 315 millones de euros anuales, y una merma de 110 millones de euros de recaudación fiscal al año y de un 12,5% menos de nuevas contrataciones, que equivaldría a un mínimo de 3.600 vacantes por año. Esta es una de las principales conclusiones del estudio ‘Empleabilidad y Talento Digital 2020’ elaborado por la Fundación VASS y la Universidad Autónoma de Madrid.
En este exhaustivo informe han participado expertos de 46 compañías e instituciones significativas del sector TIC y cerca de mil estudiantes de últimos cursos de ingenierías de Telecomunicaciones e Informática pertenecientes a 21 universidades.Acompañado del director de la Fundación de la Universidad Autónoma de Madrid D. Fidel Rodríguez Batalla y del presidente de la Fundación VASS, D. Fco. Javier Latasa en su apertura, la presentación ha contado también con la directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI), Dña. Lucía Velasco; la presidenta de la Asociación Española de Consultoría (AEC), Dña. Elena Salgado; la directora de Talento de Vodafone, Dña. Rebeca Navarro y el subdirector en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universidad de Sevilla y coautor del estudio, D. Pablo Trinidad, junto al director de la Fundación VASS, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid y responsable de este estudio, Antonio Rueda.Rueda comenzaba su exposición advirtiendo de que, “el hecho de no poder contratar implica perder oportunidades de crear empleo y, por tanto, oportunidades de negocio que acaban afectando a la economía nacional y, más cuando el peso de la economía digital, siendo ya importante, tenderá a serlo cada vez más en los próximos años”, añadiendo que “alguien con talento tiene que estar tarbajando”“Las competencias digitales son algo esencial para que la trasformación sea inclusiva de manera que la ciudadanía sea participe del cambio y no un agente pasivo”Por su parte, Lucía Velasco, señalaba la apuesta del Gobierno en cuanto a la digitalización con la Agenda España Digital 2025, destacando que “las competencias digitales son algo esencial para que la trasformación sea inclusiva de manera que la ciudadanía sea participe del cambio y no un agente pasivo”. Y añadía que “es una responsabilidad de país dotar a todas las personas de estas competenncias ya que la habilidad digital está relacionada también con la calidad democrática”.
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El estudio
En este último año, la transformación digital ha acaparado un mayor protagonismo a raíz de la pandemia, pasando a ser uno de los principales retos estructurales de la economía. La penetración del comercio electrónico en las empresas está un 30% por encima del promedio comunitario y ha crecido un 125% desde 2011, con un salto muy significativo en 2020, por la restricción de movimientos durante el confinamiento. Ya el 27% de las compañías en España atienden gestiones de comercio electrónico. El ámbito de actividad más específicamente relacionado con la informática se ha triplicado en lo que llevamos de siglo y se ha multiplicado por 10 desde 1995.
Este nuevo panorama ha acelerado aún más si cabe la implantación de relaciones profesionales y comerciales que evolucionan de la mano de tecnologías y servicios IT. Es por eso por lo que las competencias digitales constituyen un aspecto central de este proceso y tienen ya un carácter trasversal que, según el SEPE, se requieren en todos los empleos.
Asimismo, la Unión Europea estima que el 45% de los empleos en 2022 estarán relacionados con el ámbito digital y, sólo LinkedIn, contabilizaba a finales de 2020 más de 285.000 vacantes para puestos tecnológicos en Europa. Esa tendencia irá en aumento según las previsiones de la Comisión Europea, que señalan que, en solo dos años, el 45% de los empleos en la UE estarán relacionados con el ámbito digital.
Otra de las conclusiones de la tercera edición de este estudio ‘Empleabilidad y Talento Digital’ es que, pese a ser España el país de la UE donde más ha crecido la base de empresas que contratan especialistas TIC, un 117% entre 2012 y 2020, el número de egresados universitarios en estas ramas se ha reducido nada menos que un 23,2%.
Entre 2011 y 2019, España es, tras Italia, el país de la UE donde menos ha crecido esta base de perfiles técnicos. Las disciplinas STEM tienen un muy discreto peso entre el alumnado universitario puesto que poco más de uno de cada cinco egresados pertenecen a estas disciplinas, frente al casi 28% del conjunto de países más relevantes de la UE.
De las universidades en España, terminan los estudios y se integran definitivamente al mercado laboral poco menos de 5.000 jóvenes talentos de la informática procedentes de los estudios de grado (4.847 en el curso 2018-2019), y 2.260 de los que han cursado estudios de máster. Esto suma un total de 7.738 egresados, que resultan pocos para las más de 15.000 empresas que en España contratan o intentaron contratar especialistas TIC en 2020, lo que supone que, por cada dos empresas españolas que requieren los servicios de un profesional TIC, solo hay un perfil formado para asumir este trabajo.
Como agravante a esta situación, en los últimos cinco años, el sistema universitario ha dejado fuera de sus aulas a 20.914 jóvenes que solicitaron plaza para realizar el Grado en Informática. La tasa de abandono en estas disciplinas lidera el ranking nacional con un 50% de abandonos en los tres primeros cursos de la carrera de ingeniería e informática. “Esta es una de las fricciones colaterales, la incapacidad de la enseñanza superior por encauzar las vocaciones en los ámbitos digitales. La expectativa de colocación parece no compensar a los jóvenes cuando lo ponderan con el esfuerzo requerido para terminar sus estudios superiores”, apunta Rueda.
Las competencias del talento digital
El gap de talento no solo existe en el terreno cuantitativo, sino también en el cualitativo. A nivel global, la brecha entre el nivel de talento que las empresas requieren y el que presentan los jóvenes informáticos de la educación superior alcanza un 46,8%, y confirma que el déficit no ha dejado de crecer desde 2018.
Dividido en las dos competencias técnicas y trasversales que conforman el talento digital, las competencias comportamentales o soft skills, tienen una brecha menor que alcanza el 40,5%, a pesar de que la pandemia ha ensanchado esa diferencia en más de cinco puntos respecto a la anterior edición. Con elación a las competencias técnicas o hard skills, el gap sigue superando los 50 puntos, empeorando incluso los registros del año anterior.
“La dificultad de alinear el conocimiento aprendido con las especialidades prácticas y aplicadas que conforman la demanda actual de las empresas vuelve a hacerse evidente más que en la edición anterior. Un entorno de conocimientos técnicos en rápido movimiento parece alimentar esa brecha respecto de la formación base adquirida por los estudiantes a lo largo de su ciclo formativo, inevitablemente menos dinámica por la relativa rigidez de los planes de estudio e itinerarios formativos, sometidos a una evolución lenta y burocratizada; y con graves restricciones económicas, sobre todo en el ámbito público, para incorporar profesores más conectados con el mercado”, señala Rueda.
El Índice de Asimetría Profesional, que mide la diferencia de percepción entre jóvenes y empresas se amplía, pasando en un año del 23,1% al 31,2%. “Los jóvenes pierden perspectiva: deberían ser más proactivos en las actividades que diseñan sus universidades: así lo piensan los casi 100 docentes que han opinado en nuestro estudio. Con todo, se muestran optimistas sobre su pronta incorporación laboral, y valoran los factores extrasalariales como más determinantes que el sueldo a la hora de elegir un empleo, y sobre todo buscan la estabilidad profesional, que de alguna forma simboliza un compromiso corporativo que les dé cobertura para poder desarrollar su plan de carrera y poder seguir aprendiendo”, indica Rueda.
Los retos para frenar el déficit
En cuanto a los retos, todos los participantes han coincidido en la importacia de una estrecha colaboración entre universidades y empresas para fomentar las capacidades digitales que las compañías demandan a los estudiantes que se postulan para los puestos de trabajo.El cada vez más amplio gap de talento tiene este año una mayor trascendencia por el protagonismo que ha cobrado la transformación digital como eje de la recuperación económica del país tras la llegada del COVID-19.
En este sentido, Salgado abogaba por “poner más en valor esa utilidad social de las enseñanzas y tecnologías y establecer canales de comunicación entre empresas y universidad más fluidos y flexibles”, mientras que Navarro, incidía en la importancia de crear talento y destacaba lo que está haciendo Vodafone en esa dirección, con “la creación de un centro en Málaga en el que trabajarán 600 personas con el fin de fomentar el talento de a nivel mundial”. Por su parte, Trinidad hacía balance positivo del informe y señalaba que “España está en la buena línea pero necesita ese empujoncito para ser referente a nivel internacional”.
En este sentido, el estudio analiza cuáles son los retos que España debería abordar en el menor plazo posible para resolver los gaps entre el mundo de la empresa y el mundo universitario en cuanto a las TIC se refiere.
En esa línea, y como primer reto, se señala que la universidad necesita poner en marcha herramientas de flexibilidad administrativa para evolucionar sus planes de estudio y mejorar su capacidad presupuestaria. “Al evaluar el nivel de los hard skills en los jóvenes, estos se ven penalizados en campos del conocimiento ya que requieren un entrenamiento costoso, como todo lo que envuelve al despliegue y operación de software en la nube, o Internet de las cosas (IoT), donde las universidades tienen verdadera dificultad para articular pruebas adecuadas por falta de presupuesto. “Es una pena que los recortes estén afectando a estas disciplinas tan dinámicas, mientras que una de cada cuatro carreras universitarias no es capaz de cubrir el 75% de sus plazas”, explica Rueda.
Otro de los desafíos que plantea este informe y que se revelaba en la anterior edición es la posición de la mujer en el sector TIC. En términos generales, suponen el 46% de la fuerza laboral en España, pero en el sector TIC apenas llegan al 32%. Tampoco mejora la situación desde el punto de vista académico, ya que solo el 15% de los estudiantes universitarios de informática son mujeres. Por eso, es esencial poner en marcha planes de igualdad efectivos, campañas de formación y cultivo del talento orientados específicamente a mujeres.
Por último, el papel que desempeña la Administración Pública es esencial como impulsor del cambio y tractor económico de proyectos que ayuden a reducir este déficit lo antes posible. Así lo indica el Plan de Acción del Pilar Europeo de Derechos Sociales, con el que la Unión Europea quiere fomentar las competencias digitales avanzadas con el objetivo de pasar de los 7,8 millones de especialistas TIC actuales a los 20 millones.