Hace escasas semanas, en el Salón de la Asamblea General de la ONU, el Secretario General António Guterres habló sobre el retroceso en los derechos de las mujeres y las niñas a nivel mundial después de años de progreso gradual y señaló que la tecnología digital, “producto de una industria predominantemente masculina”, representa una nueva fuente de discriminación y prejuicio. Palabras que no hacen más que subrayar esa demanda internacional hacia la igualdad de derechos en el ámbito de las tecnologías. Al respecto se pronuncia también el reciente estudio ‘Women in Tech’, al indicar la necesidad de abordar una serie de cambios para las mujeres del sector TIC, entre los que subraya una mejor promoción interna en igualdad de oportunidades, así como la OCDE, que en su caso apunta a la base, que no es más ni menos que al acceso de la mujer a los estudios tecnológicos.
Las mujeres solo representan el 35% del alumnado de las disciplinas STEM, ocupan menos de un tercio de los puestos en el sector tecnológico
Muchas son las voces que apuntan a los estereotipos y al hecho, por ejemplo, de que mientras que 12 hombres han caminado sobre La Luna, ni una sola mujer lo ha hecho, un ejemplo que aleja a las niñas de estudiar ciencias, ingeniería y matemáticas. Como respuesta a una situación que se prolonga demasiado en el tiempo, los formuladores de políticas deben crear, y en algunas circunstancias deben reforzar para crear, un cambio transformador mediante la promoción de la igualdad de derechos y oportunidades de aprendizaje de las mujeres y las estudiantes, desmantelando barreras y rompiendo techos de cristal. El mensaje debe ser inequívoco y formar parte de un entorno global. Volviendo al mensaje que transmitió Guterres, este hizo hincapié en que “todos los líderes deben asumir con urgencia las recomendaciones de la ONU y promover la educación y capacitación en habilidades digitales para mujeres y niñas, así como algoritmos que se alineen con los derechos humanos y la igualdad de género”.
Naciones Unidas ya lo deja claro: las mujeres solo representan el 35% del alumnado de las disciplinas STEM, ocupan menos de un tercio de los puestos en el sector tecnológico y solo el 22% de los empleos en el área de la inteligencia artificial. El futuro de la tecnología no debe ser un futuro de desigualdad. Es necesario que promovamos la colaboración entre los gobiernos, la sociedad civil, el sector privado y la comunidad tecnológica para garantizar que las ventajas de las tecnologías digitales se reparten de manera equitativa.