Cómo migrar con éxito a la nube a través de arquitecturas nativas

Por Michael Allen, vicepresidente de EMEA Dynatrace.

Publicado el 22 Ene 2019

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No hay duda de que todo se está moviendo hacia la nube. IDC pronostica que los ingresos globales de los servicios en la nube alcanzarán los 554 mil millones de dólares para 2021. Sin embargo, aunque todos somos conscientes de que el camino hacia la nube se está acelerando, muchas organizaciones se enfrentan al desafío de cómo migrar sus aplicaciones a ella con éxito. Esto plantea la siguiente pregunta: ¿cómo pueden aumentar las organizaciones sus posibilidades de garantizar una transformación exitosa en la nube?

Trazar el rumbo a la nube

Antes de tomar una decisión sobre cómo migrarán las aplicaciones, las organizaciones deben comenzar con una evaluación de su entorno local. Tienen que ser capaces de identificar qué aplicaciones deben mantenerse de manera local para cumplir con los requisitos legales y de seguridad, y cuáles pueden ser eliminadas o reemplazadas por una solución de software como servicio (SaaS), para simplificar la migración y garantizar la mejor experiencia de usuario posible.

Para aplicaciones personalizadas, el mejor enfoque es rediseñarlas como microservicios y contenedores. Para lograrlo, debemos ser capaces de conseguir la agilidad y la flexibilidad que significa poder escalar el flujo en línea con el tráfico y los costes operativos y de almacenamiento.

Nubes de tormenta por delante

Sin embargo, si bien se benefician de las ventajas finales de las aplicaciones de reorganización, las empresas que optan por el primer enfoque de migrar las aplicaciones directamente desde el entorno local pueden postergar los procesos difíciles y costosos de rediseñar, recodificar y reutilizar aplicaciones al ecosistema de la nube empresarial. Según diversas investigaciones, hoy en día las transacciones web y móviles afectan a un promedio de 35 sistemas tecnológicos diferentes, en comparación con los 22 de hace apenas cinco años. En gran parte, esto se debe a que las organizaciones están ejecutando entornos de nube híbrida sumamente complejos, con aplicaciones que se ubican a lo largo de múltiples plataformas de nube y sistemas locales.

Los microservicios y contenedores son difíciles de ver ya que se encuentran en entornos de caja negra. También son más dinámicos, lo que significa que las aplicaciones que antes eran estáticas están en constante cambio. El ‘ruido’ adicional que esto crea afecta al descubrimiento de la causa raíz de cualquier problema de rendimiento que surja, poniendo en riesgo la experiencia del usuario.

Combatir la complejidad

Antes de comenzar el proceso de reestructuración de aplicaciones para la nube, las empresas deben realizar un análisis sobre dónde dividir, de manera óptima, el sistema monolítico en microservicios para asegurarse de que realmente funcionarán en este nuevo entorno y brindarán los beneficios deseados. También deben asegurarse de que tienen la capacidad de mantener la visibilidad y el control de extremo a extremo sobre la experiencia del usuario, a pesar de la complejidad adicional que se está introduciendo en sus entornos híbridos de múltiples nubes.

El primer paso en ese proceso es identificar la forma de garantizar que las aplicaciones de búsqueda proporcionen el mismo nivel de rendimiento y calidad de experiencia de usuario en la nube que en las instalaciones. Deben de ser capaces de mantener la visibilidad y el control de extremo a extremo sobre la experiencia del usuario con la complejidad añadida de la introducción de entornos híbridos de múltiples nubes. El primer paso en dicho proceso es identificar que las aplicaciones en la nube tengan el mismo nivel de rendimiento y calidad de experiencia del usuario que cuando se encontraban en las instalaciones.

Antes de la migración, el rendimiento de las aplicaciones proporcionará una imagen clara del comportamiento “normal”, de modo que las organizaciones puedan identificar rápidamente cualquier degradación introducida por el proceso de investigación en microservicios y contenedores. Una vez se haya establecido esa línea de base, debe poder monitorizarse el rendimiento de sus aplicaciones en la nube recién reconstruidas en tiempo real, para poder resolver cualquier problema antes de que la experiencia del usuario se vea afectada.

Cielos despejados por delante

Este desafío solo se puede superar con los nuevos enfoques de monitorización que ofrecen la inteligencia artificial avanzada y la automatización en el núcleo. Estas capacidades significan que los equipos de TI pueden descubrir automáticamente los ecosistemas dinámicos de TI y analizar instantáneamente las complejas interdependencias entre la aplicación nativa de la nube y la infraestructura. También pueden ajustar de manera automática el rendimiento de las aplicaciones a medida que cambia el ecosistema de la nube, para reducir el ruido de alerta que se deriva de las fluctuaciones en el consumo de recursos que son comunes en la nube. Esto proporciona a la empresa un conocimiento de la situación en tiempo real en sus ecosistemas nativos de la nube, lo que hace que sea mucho más fácil identificar y corregir los problemas de rendimiento antes de que afecten la experiencia del usuario.

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Redacción

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