La pasada semana reflejábamos en esta sección editorial la necesidad de crear una base educativa para formar a los futuros profesionales, adaptando las aulas a las nuevas tecnologías propias del siglo XXI. Hecho que resulta acuciante pero que se sitúa en el largo plazo, con lo bueno y malo que ello significa. Pero existe otro elemento que es todavía más perentorio y que pasa por educar a las propias empresas y profesionales que se hallan en pleno desempeño de sus tareas (y no digamos a aquellos que se encuentran en situación de desempleo).
Las Tecnologías de la Información no son la panacea de la productividad ni de la optimización de los recursos si no hay una planificación y formación en torno suyo. Un caso ilustrativo viene de los habituales informes sobre seguridad tecnológica, que terminan señalando como principales culpables de los fallos a los individuos que forman parte de la organización.
Resulta irónico que pese a campañas de gran calado orquestadas en este ámbito, al final las passwords aparezcan pegadas en un postit, a la vista de cualquier persona. Otro ejemplo viene de la mano del excesivo consumo de los ordenadores por olvidos frecuentes de sus usuarios que no desconectan sus máquinas cuando finalizan su jornada laboral, por mucho plan de Green IT que se plantee desde el comité de dirección. A los consultores se les llena la boca de términos grandilocuentes como buenas prácticas, ITIL, gobierno TI y en las hojas de ruta de las empresas aparecen subrayadas las directrices a seguir.
Pero muchos proyectos de modernización penden de un hilo por razones tan teóricamente salvables como es la resistencia al cambio y el inmovilismo. Pues hay pocas fuerzas tan persistentes como la fuerza de la costumbre, y muchos usuarios de tecnologías son renuentes a modificar su sistema habitual de trabajo. Al igual que las Tecnologías de la Información están sometidas a una evolución permanente, los usuarios necesitamos estar preparados para poder seguir ese ritmo frenético, y sacar partido a las innovaciones. Formación permanente debe ser la divisa de las compañías, y las Administraciones deben incentivar esta iniciativa para conseguir que seamos realmente productivos gracias a las TI.