El rol del Chief Data Officer ha crecido como la espuma en estos últimos años, hasta el punto de que el Gobierno español anunció la creación de un CDO nacional el pasado verano y en EEUU hace poco que se ha constituido esta figura con carácter público. La misma pandemia ha desencadenado un efecto multiplicador. Con el covid ha surgido la necesidad de controlar y gestionar la información generada por los múltiples incidentes provocados por el virus. “No estamos en modo laboratorio, cuando tienes un problema de estas características tienes que sincronizar no solo los datos, sino los criterios de cuando lo has medido, cuando lo comunicas, cuando lo contrastas… Esa ordenación de los criterios de datos que provienen de fuentes heterogéneas”, argumenta Ramón Revuelta.
Y es que este caso ha puesto en la mesa “tristemente” la necesidad de poder tener datos sólidos para poder tomar decisiones. De ahí radica el gobierno del dato y la importancia del CDO, que funciona como un director de orquesta, que no debe estar visible, sino que tienen que ser los músicos los que ejecuten la pieza y a quienes se les escuche. “El director de orquesta tiene que conseguir calladamente que esos criterios se pongan en práctica”, apostilla.