No es posible seguir ignorando el impacto sobre nuestro planeta de nuestras actividades diarias. El mensaje es claro y ya no lo defienden solo un grupo de activistas comprometidos. En la última cumbre del G7 los líderes de las principales economías renovaron su compromiso para hacer frente al cambio climático y preservar la biodiversidad.
Es responsabilidad de todos el ir un paso más allá para proteger el medio ambiente, todavía estamos a tiempo de revertir el daño que hemos infligido desde los albores de la era industrial. Hay que abandonar los malos hábitos y encontrar la manera de mantener la productividad respetando y cuidando nuestro planeta. Sin embargo, mientras que se nos dan consejos sobre reducir el uso de plásticos, reciclar o utilizar el transporte público, parce que para las empresas la historia es diferente.
A nivel mundial, las organizaciones de todos los sectores podemos marcar una gran diferencia en el medio ambiente si aumentamos los esfuerzos por adoptar prácticas empresariales sostenibles. El sector de las tecnologías de la información tiene un papel importante que desempeñar. Mediante la transformación digital, se nos abre una vía para desplegar soluciones innovadoras que contribuyan a resolver (o al menos a mitigar los efectos de) la crisis climática. ¿Cómo lo logramos?
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Aprendiendo de la crisis del coronavirus
Desde el comienzo de la pandemia –y el imperativo del teletrabajo– las empresas de todos los sectores se han visto alteradas. Se ha producido una revolución digital y una transformación de los procesos e infraestructuras de TI a una escala sin precedentes y a una velocidad casi inimaginable. Sin ella, ni las empresas ni- la economía mundial habrían sobrevivido como lo han hecho.
La pandemia ha provocado un aumento del tráfico de Internet y un consumo de datos desorbitado. Debido a que las organizaciones han tenido que pivotar rápidamente hacia modelos de trabajo a distancia. También a que, aunque se han ido relajando la mayoría de las restricciones sociales, mucha gente sigue pasando más tiempo en casa que antes, ya sea trabajando en remoto, jugando online o enganchados a la última serie en su plataforma favorita.
Parece que algunos de estos cambios de costumbres van a ser permanentes. Por tanto, es poco probable que la tendencia al alza en el consumo de datos cambie incluso cuando se levanten finalmente las restricciones COVID. Otra de las razones de peso es que las grandes empresas van a desplegar de forma permanente el modelo de trabajo híbrido. El aumento continuado del tráfico de Internet y el consiguiente incremento en la generación de datos no es una noticia positiva para el medio ambiente. Los datos necesitan energía para ser almacenados, mantenidos y protegidos, y la mayor parte de esa energía sigue proviniendo del consumo de combustibles fósiles.
Como usuarios, resulta razonablemente sencillo ser más responsables con el medio ambiente en el uso de los datos. Podemos investigar a las empresas para saber cómo pretenden reducir su huella de carbono, o incluso en pequeñas decisiones cotidianas como usar una tarjeta SD en vez de un disco duro para descargar música o guardar una película (y borrarlo cuando dejemos de usarlo). Sin embargo, no está tan claro cómo las empresas pueden reducir el impacto medioambiental de los datos. Microsoft, Facebook y Google –algunos de los mayores silos de datos del mundo– se han comprometido a ser 100% renovables a través del programa RD100, pero aún queda mucho por hacer.
No dejes que el ROT se instale
Los datos están en todas partes. Las empresas de todos los tamaños y sectores los utilizan para avanzar, mejorar la eficiencia y aumentar sus beneficios. Los gobiernos para prestar mejores servicios, pero también para ganar elecciones o conseguir apoyos a su agenda política. Por ello, es fundamental concienciar a las organizaciones sobre cómo pueden gestionar mejor la huella de carbono de sus datos a medida que éstos aumentan y se amplía su consumo de la nube.
Una forma es reducir el enorme volumen de información que producen las empresas. Los centros de datos representan actualmente alrededor del 1% del consumo total de energía del mundo. Puede parecer poco, pero eso se traduce en 205 TWh de consumo eléctrico mundial. Lo más preocupante es que los analistas sugieren que ese consumo se podría multiplicar entre cinco y 40 veces hacia 2030 si las cosas siguen sin control. En este contexto, se entiende por qué muchos comparan los datos con el petróleo, no ya por su valor sino por su potencial para causar daños medioambientales. Es lo que ocurre si los consumimos en exceso y sin ser conscientes de su impacto.
Abordar los datos ROT es una forma de reducir el consumo de datos. Los datos ROT (por sus siglas en inglés) son datos redundantes, obsoletos o triviales. Son datos que no aportan nada al funcionamiento normal de la empresa. Pueden ser copias de seguridad de datos ya de por sí innecesarios, o archivos personales de los usuarios, como fotos o correos personales. Dado que no se accede a ellos con regularidad, es probable que los datos ROT acaben en un centro de datos físico secundario y generen un consumo de energía permanente. Una mala noticia si estás tratando de conseguir una huella de carbono más reducida y ecológica.
Los datos ROT no son fáciles de abordar. No se puede simplemente ejecutar una herramienta de “limpieza de disco” y borrar la información redundante. Se necesita un enfoque interempresarial, idealmente liderado por el consejo de administración, pero que incluya a los equipos de gestión de riesgos, legal, de cumplimiento, de recursos humanos y, por supuesto, de TI. Y lo que es más importante, puede lograrse con soluciones de gestión de datos eficaces e inteligentes que ayuden a los departamentos de TI a centrarse en el ciclo de vida de su información, desde el perímetro de la red corporativa hasta el centro de datos, y a eliminar los datos ROT de forma más eficiente con procesos de gestión automatizados y totalmente integrados.
Para ello, las empresas deben comprender el valor de sus datos: por ejemplo, ¿es realmente necesario conservarlos? Y si es así, ¿durante cuánto tiempo? ¿Dónde deben almacenarse para facilitar su uso y acceso? Si las empresas no necesitan conservarlos, ¿qué debería pasar con ellos? Las organizaciones que conocen las respuestas a estas preguntas pueden reducir los datos que producen y almacenan, y crear una infraestructura en la nube sostenible y respetuosa con el medio ambiente.
Trabajar para desarrollar prácticas empresariales más sostenibles nunca ha sido tan importante. No hay un planeta B. La Tierra es nuestro hogar, y como sociedad global, debemos cooperar y unirnos para cuidarla mejor. Muchas empresas no han hecho más que empezar su camino hacia la sostenibilidad y, aunque tardaremos en ver los cambios, cada paso en la dirección correcta es valioso. Por supuesto, no podemos escapar al crecimiento de los datos, pero las organizaciones pueden tomar decisiones hoy respecto al almacenamiento, gestión y acceso a los datos que sean más respetuosas con el medio ambiente y tener un impacto enormemente positivo en el futuro de nuestro planeta.