La debilidad de cualquier eslabón en las complejas cadenas de valor que actualmente sustentan las actividades comerciales de las organizaciones tiene el potencial de dañar el conjunto de las operaciones, traduciéndose en un aumento de los costes y un impacto negativo en la imagen y reputación de la compañía. Contar con proveedores en Asia y Sudamérica que facilitan componentes a un planta de fabricación bajo la modalidad offshore, desde la que hay que hacer llegar los productos ensamblados a clientes en Europa o en la costa del Pacífico es una realidad cada vez más común; de manera que la cadena de valor se ha convertido en un punto clave donde la mejora de la eficiencia, el incremento de la agilidad y el aumento de la seguridad resultan determinantes a la hora de contar con una ventaja competitiva.
En el nuevo modelo, que se deriva de la naturaleza global que han adquirido las actividades comerciales, es necesario consideran todos y cada uno de los riesgos y los costes ocultos, y ese control exige una total visibilidad a lo largo de las cadenas globales de aprovisionamiento que permita predecir y actuar de forma proactiva en base a la anticipación.
Tres son las características clave de la visibilidad. En primer lugar es panorámica, es decir, que se nutre de datos procedentes de todas y cada una de las funciones cuando y donde sea necesario. En segundo lugar, es Accionable de forma que no sólo exige compartir la información sino que, además, debe facilitar las pautas o acciones que son necesarios seguir o llevar a cabo. Y, en tercer lugar, es contable, en la medida en que conecta acciones a objetivos específicos o a métricas concretas del negocio asegurando la obtención del beneficio esperado. El objetivo último es conseguir la visibilidad plena y en tiempo real a lo largo de toda la cadena de valor y en el alcance de esa meta resultan esenciales los sistemas de identificación por radiofrecuencia (RFID) y otras tecnologías emergentes.
Actualmente y de acuerdo con Forrester, las organizaciones no han hecho más que empezar a tomar conciencia del verdadero significado y alcance de la visibilidad en tiempo real; y, de hecho, la comprensión del concepto y de las soluciones que posibilitan su materialización cada vez es más generalizado, así como más importante el interés de las organizaciones potencialmente usuarias. Eso permite a la consultora pronosticar que en un plazo de cinco a 10 años la consideración del valor de poder conocer donde y cómo se encuentra un determinado producto en cualquier momento será totalmente diferente. Para alcanzar ese estadio, la evolución de la tecnología resultará clave y es por eso que distintas tecnologías de seguimiento y trazabilidad, como el código de barras, los sistemas RFID pasivos y activos, así como las tecnologías móviles y satelitales están reconfigurando la cadena del valor. Por su parte, otras innovadoras herramientas como los sensores o el escaneado se sitúan un peldaño más arriba, posibilitando la medición de la humedad, la temperatura, las condiciones químicas, la radiación y el movimiento.
Por otra parte y de cara a construir una solución integral, las organizaciones deben colaborar de forma extensiva con sus socios comerciales y eso implica trabajar con un integrador de sistemas o una consultora experta capaz de ayudar a la reingeniería de procesos necesaria para mejorar la compartición de información. Además hay que considerar las distintas alternativas en ese viaje: desde construir y mantener el propio entorno o trabajar en colaboración con un proveedor de servicios, hasta la externalización.