Hace breves fechas hemos podido constatar la importancia de la seguridad informática. O mejor dicho, la han podido constatar varios jefes de Estado, algún ministro, ciertos presentadores de televisión y hasta jugadores de fútbol. El despacho Mossack Fonseca, una de las mayores ‘fábricas’ de empresas off-shore del mundo, comprometió los datos de sus clientes con una seguridad informática descuidada.
Un hacker robó una gran cantidad de datos altamente confidenciales de este despacho a través de una conocida vulnerabilidad de Drupal y de Wordpress, programas que no habían sido actualizados desde hacía tiempo. Para colmo de males, tanto la web como los datos estaban en el mismo servidor, lo que facilitó a los espías cibernéticos el acceso a la información.
Más o menos por las mismas fechas hemos conocido que el 70% de las pymes españolas han sufrido algún ataque informático en 2015, año en el que además han sido hackeados sofisticados sistemas como Playstation, Xbox o Ashley Madison, por mencionar algunos de los más conocidos. Con todo ello, el CNI anunció que se espera al menos el doble de ciberataques a organizaciones españolas durante este año 2016.
Y es que la tecnología se ha adueñado de nuestros entornos personales y de trabajo. Internet, el comercio electrónico o la movilidad nos aportan mejoras en la productividad y en las comunicaciones con nuestros clientes, colaboradores y proveedores haciendo los negocios más ágiles y rentables. Sin embargo no estaría de más plantearse si la tecnología no implica más riesgos que ventajas. ¿Quizá la velocidad de esta evolución, ha dejado pendientes demasiados flecos?
Uno de los sectores más atacados es el de la banca. Hace tres décadas cualquier transacción de ventanilla tenía un coste para el banco de unos 10 euros. En el año 2000 el coste había bajado a un céntimo y hoy en día es muy inferior, de hecho existen bancos cien por cien online que tienen unos costes fijos 10 veces menores que los bancos tradicionales. Además, la tecnología ayuda en la detección del fraude, algo que antes era harto difícil. Por si fuera poco, los gobiernos abogan activamente por las transacciones electrónicas en detrimento de las otras ya que pueden ser más fácilmente fiscalizadas.
La otra cara de la moneda son las acciones de hackers rusos, chinos y ucranianos. El año pasado se apropiaron un billón de dólares de unas 100 entidades financieras diferentes. Otro ejemplo podría ser el ataque que ciberpiratas rusos estuvieron realizando a distintas entidades durante ocho años consecutivos, tiempo en el que se hicieron con los datos de 160 millones de tarjetas de crédito. Ejemplos hay muchos y todos ellos muestran el descuido con el que tratamos la seguridad informática.
Queramos o no, la tecnología ha venido para imponerse y nuestra dependencia de ella no hará más que crecer. Nuestro deber es proteger adecuadamente nuestros entornos de la manera más eficaz poniendo las herramientas necesarias. La información es lo más importante y el capital real de nuestras organizaciones.