Con la guerra entre Rusia y Ucrania en pleno apogeo, los especialistas en ciberseguridad indican que se había estado formando un frente cibernético online desde mucho antes de que las tropas rusas cruzaran la frontera ucraniana. Incluso en los meses previos al estallido de la guerra, diversas webs de Ucrania fueron atacadas y alteradas para mostrar mensajes amenazantes sobre la invasión que se estaba preparando.
“En respuesta a las acciones militares rusas, el colectivo de hackers Anonymous ha lanzado una serie de ataques contra Rusia, y se ha marcado como uno de sus principales objetivos los medios de comunicación estatales controlados por Moscú. Estamos viendo entonces el desarrollo de una guerra cibernética que inunda ambos países con nuevos tipos de malware, colapsando miles de webs bajo ataques DDoS (de denegación de servicio distribuido), y extendiendo el hacktivismo a ambos lados de las barricadas”, explica Daniel Markuson, especialista en ciberseguridad de NordVPN.
Markuson piensa que el activismo se volverá más virtual, y que permitirá a los ciudadanos exigir responsabilidades ante las grandes autoridades gubernamentales
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Los métodos de la guerra cibernética
En la última década, la cantidad de tiempo que la gente pasa online ha aumentado drásticamente. Un estudio realizado por NordVPN ha demostrado que los españoles pasan casi 29 años de su vida online. Con una vida tan dependiente de internet, las guerras cibernéticas pueden causar daños muy reales. Algunos de los objetivos que se marcan los ‘soldados’ de la red son:
- Sabotaje y terrorismo
Muchas de las acciones de una guerra cibernética tienen la intención de sabotear y causar daños indiscriminados al enemigo. Los ciberterroristas lanzan cada año múltiples operaciones de este tipo, desde la desconexión de una web mediante un ataque DDoS hasta la manipulación de páginas web para mostrar mensajes políticos. Uno de los ejemplos que más repercusión ha tenido recientemente ocurrió en Turquía, cuando un grupo de hackers iraníes logró dejar fuera de servicio la red eléctrica turca durante unas doce horas, afectando a más de 40 millones de personas.
- Espionaje
Aunque el ciberespionaje también tiene lugar entre empresas, con competidores que se disputan diversas patentes e información sensible, se trata de una estrategia esencial para los gobiernos que se dedican a la guerra encubierta. Los servicios de inteligencia chinos suelen ser acusados de este tipo de operaciones, aunque ellos las niegan de manera sistemática.
- Activismo civil (hacktivismo)
Con la creciente tendencia del hacktivismo, cada vez son más los ciberactivistas civiles que se enfrentan a gobiernos y autoridades de todo el mundo. Un ejemplo de hacktivismo es Anonymous, un colectivo que ha reivindicado la responsabilidad de diversos ataques contra agencias gubernamentales en EEUU. En 2022, Anonymous ha iniciado una campaña cibernética contra Rusia en respuesta a su invasión de Ucrania, con la intención de desarticular sus sistemas gubernamentales y combatir la propaganda rusa.
- Propaganda y desinformación
En 2020 salió a la luz que 81 países habían manipulado de alguna forma las redes sociales. Este tipo de manipulación solía ser ordenada por organismos gubernamentales, partidos políticos, o políticos independientes. Estas campañas, que implicaban en gran medida la difusión de noticias falsas, solían centrarse en tres objetivos clave: distraer para evitar que las conversaciones se centraran en cuestiones importantes, aumentar la polarización entre grupos religiosos, políticos o sociales, y suprimir derechos humanos fundamentales como el derecho a la libertad de expresión o la libertad de información.
El futuro de la guerra cibernética
“Los gobiernos, las empresas y el público general deben comprender este panorama emergente y protegerse en consecuencia, haciéndose cargo de su propia seguridad física y su ciberseguridad. Desde los ciberataques masivos de la guerra ruso-georgiana de 2008 hasta los ciberataques a los que Ucrania se está enfrentando a día de hoy, nos encontramos ante un nuevo campo de batalla en el que se desarrollan los conflictos civiles e internacionales”,afirma Daniel Markuson.
Markuson predice que, en el futuro, la guerra cibernética se convertirá en un escenario de guerra más importante si cabe para las superpotencias mundiales. También piensa que las células terroristas podrían centrar sus esfuerzos en atacar infraestructuras civiles y otras redes de alto riesgo. Esto haría que los terroristas fueran aún más difíciles de detectar, y les permitiría lanzar ataques en cualquier parte del mundo. Finalmente, Markuson piensa que el activismo se volverá más virtual, y que permitirá a los ciudadanos exigir responsabilidades ante las grandes autoridades gubernamentales.
No hay mucho que una persona común pueda hacer para luchar en una guerra cibernética o para protegerse de sus consecuencias. Sin embargo, educarnos, prestar atención a la fiabilidad de las fuentes de información, y mantener una actitud crítica ante todo lo que leemos o vemos en internet, podría ayudarnos a reforzar nuestra conciencia crítica y a sentirnos menos afectados por la propaganda.