Donald Trump ha dado un paso adelante en su guerra comercial con China. En esta ocasión de la mano de las firmas tecnológicas, a las que ha tomado como rehenes de sus designios. Todo ha empezado con Google, que cerrará las puertas a Huawei al no permitir a la asiática actualizar el sistema operativo Android ni acceder a Google Play para la descarga de aplicaciones; a la que se podrían sumar los fabricantes de chips, Qualcomm, Intel y AMD, además de Microsoft.
Esta decisión supone el colofón de los aireados ataques del presidente norteamericano contra Huawei -a la que ha situado en su ‘lista negra’-, aludiendo al espionaje de sus dispositivos, que supuestamente atentan contra la seguridad nacional auspiciados por el Gobierno chino, algo que no cuenta con ningún tipo de evidencia. Con la duda de si es o no cierto, lo que sí lo es, es el control al que estamos sometidos todos los ciudadanos una vez que hacemos uso de cualquier smartphone y, por supuesto, por parte de las aplicaciones de firmas como Google y de los servicios de inteligencia de muchos países.
Lo que es vergonzante es que la guerra comercial entre dos países, que en muchas ocasiones ha sido el preámbulo de una guerra bélica, se nos presente de pronto ante la insensatez de un dirigente que nos recuerda a algún que otro extremista del siglo pasado. Tras la debacle del mercado bursátil de Wall Street tras el anuncio, parece dar un paso atrás al anunciar una tregua de tres meses; no sabemos si debido a las presiones internas o externas. Las internas son más probables toda vez que el efecto bumerán amenaza con atentar contra los propios fabricantes norteamericanos, como es el caso de Apple, con un 10% de su negocio en China.
Por su parte, Huawei, al amparo del gobierno chino, se mantiene a la expectativa, aunque ya ha proclamado que, en caso de que fructifiquen las amenazas, tiene un ‘Plan B’ con el que plantar cara al mercado.
La guerra tecnológica está servida
Como trasfondo queda el control de los datos, cada vez más evidente por parte de los proveedores de tecnología de la mano de aplicaciones analíticas altamente sofisticadas. Y no olvidemos que Huawei está tomando posiciones muy avanzadas para el despliegue de la red 5G; Donald Trump ya afirmaba semanas atrás: “5G es una carrera que ganaremos”; este sí puede ser un argumento de peso para intentar frenar en seco el auge del gigante asiático.
Todo ello compone un cóctel que el propio Trump quiere agitar por sí solo, modificando los ingredientes para darle un toque más amargo; eso sí, sin contar con los gustos de los usuarios, como siempre, los más perjudicados.